¿Por qué es tan difícil actuar?

Es muy complicado encontrarse inmerso en un contexto de violencia doméstica. Las razones por las que es difícil denunciar al agresor y marcharse son absolutamente normales y legítimas. Muchas veces, la víctima atraviesa una fase vacilación y sopesa los pros y los contras antes de tomar la decisión de marcharse para cambiar la situación.

Muchas personas que sufren violencia conyugal no se atreven a hablar de su situación por temor a que el cónyuge se vuelva aún más violento o se vengue. A menudo, la persona se queda también para proteger su matrimonio y a la familia. La esperanza de que la situación cambie la empuja a darle al cónyuge una nueva oportunidad y no dejar que muera el proyecto familiar. La culpa, la soledad, la vergüenza, la dependencia económica, el desconocimiento de las leyes y los derechos, las convicciones religiosas y culturales, el amor por el cónyuge y la familia, así como la presión del entorno, no facilitan la decisión.

Todos estos factores hacen que a la persona le parezca que se encuentra en una situación desesperada, que el esfuerzo que hay que hacer es excesivo, que conlleva demasiados riesgos y que no hay apoyo. En cambio, el hecho de comunicar esta situación le mostrará que no está solo para hacerle frente, que hay gente para ayudarle. Todos tenemos el derecho a vivir en paz y a que nos respeten. La violencia no es excusable: el agresor siempre tiene la opción de no recurrir a ella.

Si es usted víctima de violencia a manos de un miembro de la familia, es importante actuar. Cuanto antes reaccione, más probabilidades hay de restablecer la relación. Si el marco de violencia dura mucho tiempo, la única solución será irse. Denunciar esta situación puede proteger a sus hijos y salvar a su familia, su pareja y a sí mismo.

Hablar con personas de su confianza ya es un primer paso hacia el cambio. Si no tiene con quién confiarse, no dude en llamar o escribir a SOS Détresse.